domingo, 23 de octubre de 2016

Unidad desde la Diversidad

            En Abril del año pasado me aventuré a agrupar en un documento de Word todos los conceptos que implicarían un nuevo sistema de organización mundial. Donde hablaba directamente del Cosmopolitismo, Internacionalismo, Mundialismo, Anacionalismo y Globalismo. Haciendo tan solo una mención a la idea de por qué es necesario explorar alguna de estas alternativas al sistema actual.
            En ese documento mencionaba la idea de crear instituciones democráticas de carácter supranacional para hacer frente a problemas que van más allá de los propios estados ya que a día de hoy quienes tienen la capacidad de afrontarlos no se ven interesados en ello.

¿Por qué es necesaria la cooperación internacional?

            Vivimos en un mundo donde el 65% de la población nunca ha hecho una llamada telefónica, el 40% no tiene ni siquiera acceso a la electricidad, más de 1.200 millones de seres humanos no tienen acceso al agua potable y 1.000 millones carecen de vivienda estimable. En este mismo mundo hay entre 80.000 y 100.000 personas que mueren cada día por causas fácilmente evitables como son el hambre y la sed.
 
           Todos estos desoladores datos están localizados en zonas muy concretas del planeta, como son África, América latina y Asia. Además, debemos sumar a estos datos otros muchos de carácter medioambiental. Más de 17 millones de hectáreas de bosques en el mundo son destruidos cada año, más de 3000 millones de toneladas de dióxido carbono se emiten cada año a la atmósfera. Hay más de 1000 especies de animales y 2000 especies de flora en grave peligro de extinción o amenazadas por las actividades del hombre. La tasa de extinción de especies ha aumentado en un 100% en los últimos años.

            Como decía en el segundo párrafo, ni el hambre ni los problemas medioambientales entienden de Estados. Es decir, no dependen de las decisiones tomadas en un consejo de ministros. Por ejemplo: se estima que desde que el hombre mide la temperatura hace unos 150 años (siempre dentro de la época industrial) esta ha aumentado 0,5 °C y se prevé un aumento de 1 °C en el 2020 y de 2 °C en el 2050. Evidentemente un solo estado no puede hacer frente a esta situación, únicamente se encuentra capacitado para legislar en su contra. Es insuficiente.
            En 1972 hay 113 países miembros de la ONU que ven necesaria una cumbre que suponga un punto de inflexión en el desarrollo de la política internacional del medioambiente, denominada “Cumbre de la Tierra de Estocolmo”. Veinte años más tarde, esta vez en Río de Janeiro, 172 gobiernos y diversas ONG constituyeron la segunda cumbre de la Tierra sobre medio ambiente. En esta cumbre se habla de las fuentes alternativas de energía, del apoyo al transporte público y de la escasez de Agua. El logro más reconocido de esta cumbre fue la Convención Marco sobre el Cambio Climático, que más tarde llevaría al Protocolo de Kioto sobre el cambio climático.
            El Protocolo de Kioto es un acuerdo internacional que tiene por objetivo reducir las emisiones de los seis gases de efecto invernadero que causan el calentamiento global, como son el dióxido de carbono, el gas metano o el óxido nitroso. Lo malo es que esto solo es la teoría.
            Estados Unidos, con apenas el 4 % de la población mundial, consume alrededor del 25 % de la energía fósil y es el mayor emisor de gases contaminantes del mundo. Su ex presidente Bill Clinton firmó el acuerdo de Kioto pero el congreso de los EEUU no lo ratificó, en 2001 Bush se retiró del protocolo. España se comprometió a limitar el aumento de sus emisiones un máximo del 15 % en relación al año base, en 2005 ya era del 52%. Canadá abandonó el protocolo en 2011 para no pagar las multas por incumplimiento. En 2013 se abre un segundo periodo que ratifica lo acordado en Kioto que tendrá fin en 2020, Sin embargo, este proceso denotó un débil compromiso de los países industrializados, tales como Estados Unidos, Rusia y Canadá, los cuales decidieron no respaldar la prórroga.
            A pesar de las buenas intenciones de la Organización de las Naciones Unidas y de algunos estados como Ecuador, que ha presentado varias propuestas de cooperación ambiental, nuestro planeta sigue sin un proyecto rígido y respetable que aborde los problemas medioambientales.
            Ahora vamos a hablar del hambre.  El 11 de octubre de 2010, se calculó que el número de personas mal alimentadas en el mundo es más de mil millones, sobre el total de 7 mil millones de habitantes que hay en el mundo.
            La mayoría de las muertes por hambre se deben a la desnutrición permanente. Las familias sencillamente no tienen suficientes alimentos (o tal vez no cuentan con recursos para adquirirlos debido a su carestía). Esto, a su vez, se debe a la extrema pobreza. Alguna de las iniciativas contra el hambre son la Cumbre Latinoamericana sobre Hambre de 2005 que pide un compromiso de los países para erradicar el hambre y otras como la Cumbre mundial contra el hambre de 2006 que dan como fruto una declaración firmada por 113 países.
            Tras la insuficiencia de estas cumbres la Organización para la Agricultura y la Alimentación lanza un proyecto para presionar a los gobiernos a erradicar el hambre. Al mismo tiempo que el Programa Mundial de Alimentos también lanza una iniciativa bajo el nombre de Transferencias de efectivo y cupones para alimentos. Con esta herramienta, el PMA está beneficiando a las personas vulnerables en lugares donde los mercados tienen alimentos disponibles pero la población carece de dinero para pagarlos. De nuevo, resulta insuficiente.
            Además del medioambiente y el hambre hay que hablar de otros muchos aspectos. Como la salud, tratada desde la Organización Mundial de la Salud, la justicia en caso de crímenes de guerra, llevada a cabo por un tribunal mundial, y la fiscalidad.
            A pesar de que la OCDE y la ONG hacen una gran labor en la presión contra los paraísos fiscales y la evasión en general, hay al menos 73 paraísos de este tipo alrededor de todo el mundo. Cada año se pierden en ingresos fiscales 190.000 millones de dólares, que se suman a los más de 7’6 billones. y no solo eso, los datos revelan que 9 de cada 10 de las 200 empresas más grandes del mundo tiene presencia en al menos un paraíso fiscal.
            Yo considero que en materia fiscal la única lucha no debe ser el fin de los paraísos sino la elaboración de un plan fiscal internacional. Quizás esté planteamiento sea una burrada, pero considero que sin democracia económica y sin soberanía no podrá haber democracia. Es sencillo poner en marcha un proyecto de redistribución de la riqueza en todos aquellos lugares donde haya una administración, ya sea local, autonómica o Estatal. Simplemente hay que subir los impuestos a las rentas más altas y bajárselo a las más bajas. Esto no es posible a nivel mundial ya que carecemos de dicha administración o institución.
            Es decir, no solo hay que acabar con los paraísos fiscales y la evasión fiscal, sino que hay que poner en marcha un plan de redistribución de la riqueza, ya que la mayor tasa de desigualdad no se da en ciudades, comunidades autónomas o estados, sino entre países del mundo. Según los últimos datos que ofreció Oxfan Intermón, a día de hoy el 0,7 de la población mundial posee el 45,2% del capital mundial. Advirtiendo, además, de un "aumento descontrolado de la desigualdad" que lastra la lucha contra la pobreza en todo el mundo.
            Los estados más empobrecidos no pueden hacer frente a la pobreza por si solos. Países como Níger, Etiopía, Mali o Burkina Faso (Los 4 más pobres del mundo según el IPM) no pueden emprender políticas de crecimiento debido a la deuda contraída con el FMI, Banco mundial u otros. 1.600 millones de dólares en el caso de Níger.
            En cuanto a la soberanía, el planteamiento es parecido. A pesar de que vivimos supuestamente en democracia, donde los ciudadanos eligen que proyecto político, económico y social quieren para su territorio. Nuestros gobernantes se tienen que enfrentar a un factor que en muchas ocasiones es contrario a su intención política, la dependencia económica. Nadie duda de la importancia que supone para un territorio tener un número importante de empresas: Creación de empleo, contribución al desarrollo de la región, facilitación de la competencia etc. Y las empresas saben lo necesarias que son. Es por ello que cuando el parlamento autonómico aprueba una subida de impuestos a las grandes empresas de la región, para tener así una mayor recaudación que pueda ir destinada a políticas sociales, estas empresas pueden decidir trasladarse a una región anexa y pagar menos impuestos. Creando más paro y llevando a la región a la decadencia económica.
            Por lo tanto, con un plan fiscal internacional se podría poner fin a la descolonización, a la evasión fiscal en paraísos y se podría lograr una redistribución de la riqueza mundial que permita hacer de nuestro planeta un paraíso fundamentado por la igualdad de oportunidades.
            Es la hora de forjar una unión más seria y estable entre los estados. Una unión que permita construir un único pueblo capaz de hacer real la lucha por el medio ambiente, la erradicación de la desigualdad, la guerra y la corrupción. Es realmente necesaria la cooperación internacional para trabajar por la paz y la justicia en un mundo dividido, poluto y egoísta.
            Tenemos que tener en cuenta que construir un único pueblo no significa de ningún modo la homogeneización de los diversos pueblos y culturas, ni tampoco que desaparezcan las soberanías nacionales, pero sí que se auto limiten en lo necesario. Cómo mundialista insisto, pues, en el respeto a la entidad y a la integridad de cada persona en la toma de conciencia de los problemas actuales y en el desarrollo de una actitud cívica y solidaria hacia los demás.
            El mundialismo no engloba un odio hacia la patria propia o el lugar donde se ha nacido o donde se reside. Al contrario de esto, un mundialista desea la prosperidad en dicho lugar. Lo que ocurre es que en su mentalidad creerá que la mejor forma de conseguir prosperidad en la patria es consiguiendo prosperidad en el mundo, de forma que la patria será próspera.

            Nosotros creemos en la unidad desde la diversidad, porque el mundo o es uno o no será.

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