domingo, 10 de abril de 2016

Ciudadano del Mundo

Para la Real Academia Española ser cosmopolita no es más que ser una persona que se mueve por muchos países, un lugar donde confluyen personas de diversas naciones o un ser vivo que puede habitar en la mayor parte de los climas. Debo decir que ser cosmopolita es mucho más que todo eso. No es necesario viajar, emigrar, cualquier ser humano puede llegar a serlo.
            Visto que la definición de la RAE se queda escueta, entonces ¿Qué es ser cosmopolita? Fue Diógenes el primero en usar la palabra “cosmopolita” (aunque los filósofos estoicos ya habían hablado antes del “cosmos”). Este filósofo encabezó un movimiento llamado “cinismo”. Los cínicos rechazaban la tradición y los ritos locales, en general lo que el resto de la gente consideraba conducta “civilizada”. Diógenes dijo ser un “ciudadano del mundo”, claro que esta es una metáfora porque los ciudadanos forman parte de un Estado y no de un Estado mundial “kosmopolis”.
            De todas formas el cosmopolitismo, como la mayoría de los términos primeramente definidos en la antigua Grecia, ha ido desarrollándose y matizándose con el paso de los años. Pero es cierto que al ser una teoría política da igual la cantidad de transformaciones que sufra el termino, cada una es igual de aceptada. Con esto quiero decir dos cosas. La primera, el cosmopolitismo no es como la teoría de la evolución, en la que cada avance desecha al anterior y la segunda, ser cosmopolita no significa rechazar las costumbres de la propia localidad o región.
            Kant también era cosmopolita, este por su parte dotó de viabilidad el concepto de “ciudadano del mundo”. Kant propone crear una liga o una federación de estados y un derecho internacional. Aunque él mismo afirma:
            El conflicto, la rivalidad y la competencia por los recursos y el poder son ingredientes insuperables de las relaciones sociales. Y ello es ajeno a nuestra voluntad. A veces los humanos queremos la armonía, pero nuestra naturaleza quiere otras cosas.”
            En 1864 a iniciativa de Karl Marx funda la asociación internacional de los trabajadores con la intención de unir los esfuerzos de la clase obrera de todo el mundo para luchar contra el capitalismo. Esta ideología se denomina Internacionalismo y consiste en  afirmar que las naciones deben cooperar entre ellas, porque sus intereses mutuos a largo plazo son más valiosos que sus intereses individuales a corto plazo. El internacionalismo se opone por naturaleza al ultranacionalismo (como el cosmopolitismo) y a los movimientos de globalización estrictamente económicos que niegan el valor de la cultura y las diferencias entre las naciones. El internacionalismo presupone el reconocimiento del resto de las naciones como iguales, respetando todas sus diferencias. Esta idea fue defendida por Albert Einstein y a día de hoy esta idea es defendida por el Movimiento Federalista Mundial.
            Otra de las ideologías que manifiesta su incomprensión de la división de los seres humanos en estados o naciones es el Anacionalismo, que se desarrolla especialmente en el seno del movimiento esperantista, que no acepta la existencia de las naciones definidas como tales, y pretende un cosmopolitismo radical. Este movimiento se opone a las ideas etnicistas, puristas y partidarias de políticas de identidad.
            El neoliberal Joseph Nye defiende el globalismo, que es la actitud o política de poner los intereses del mundo entero antes que los de naciones individuales. Es fundamental no confundirlo con la globalización.



            Como podemos apreciar la idea de ser ciudadanas y ciudadanos del mundo tiene aceptación desde diferentes puntos del espectro político y eso es lo que hace aun más atractiva esta idea. Personalmente, yo ya he adoptado una posición al respecto entre todas las opciones que nos ofrece esta alternativa. A pesar de que me conformaría con cualquiera de ellas. Y es que independientemente de ser neoliberal, demócrata, socialista o socialdemócrata ser “mundialista” implica compartir unos valores. Algunos de estos son: Acabar con las políticas de migración, la degradación del medio ambiente, facilitar la comunicación entre todos los territorios del planeta, facilitar un equilibrio en el desarrollo económico, perseguir los crímenes contra la humanidad, el crimen organizado y sobre todo, contribuir al apoyo de la Declaración Universal de los Derechos Humanos. Una declaración que reivindica la igualdad y la libertad de todos los seres humanos, abolición de la esclavitud,  democracia, derecho a la seguridad social, cubrir la satisfacción de los derechos económicos y sociales, acceso a un trabajo, disfrute del tiempo libre, asistencia médica, alimentación y así hasta completar los 30 artículos que la constituyen. 

            Pero el hecho de que el abanico de ideologías que aceptan el “mundialismo” sea muy amplio no quiere decir que todas las personas lo sean. Movimientos de los estilos ultranacionalistas o patrióticos se quedan fuera de este abanico, como también lo harían los movimientos ultra liberales ya que para aplicar los derechos humanos hace falta un mínimo de intervención político-económica.

            ¿Por qué ser “Mundialista” o “Universalista”? Todo nace de una inquietud moral en la que se piensa que todos los seres humanos tenemos el mismo valor moral independientemente del estado en el que se haya nacido, como sostenía Kant. También es pensar en el Planta Tierra como el único territorio que tiene sentido reivindicar ya que una persona “mundialista” tiene el deseo de acabar con la división territorial en estados. Algunos cosmopolitas como Anthony Appiah incluso han hablado del término “Patriotismo Cosmopolita” o “Patriotismo Mundial”. Ser “mundialista” es estar en contra de la competencia entre países, en contra de la guerra, en contra del juego de las superpotencias al que Rusia, EEUU y la Unión Europea están jugando desde el final de la segunda guerra mundial, estar en contra del hambre y todo ello para hacer de nuestro planeta un espacio convivencial en el que cada uno de sus territorios sea el mejor lugar para vivir. Ser “mundialista” es respetar, sentirse bien ante lo diferente, lo diverso y lo que está fuera de nuestro ámbito. Es entusiasmarse por la diversidad con un alma intelectual, curioso, con ganas de saber y de viajar.

             "Un mundialista es un técnico que quiere dotar a los habitantes del planeta de los medios con que organizar la democracia a escala mundial"

            ¿Cómo lo vamos a hacer? Algunos cosmopolitas como Norbert Bilbeny creen que por sentido común poco a poco ya vamos avanzando hacia ese universalismo del que hablamos. Pero el resto cree que hacen falta unas estructuras sólidas. En primer lugar, es bastante común oír hablar de un “Gobierno Mundial Federal” para permitir a la política mundial ser defendida con el imperio de la ley, los derechos humanos y la democracia directa. Este último deseo es discutible, también hay partidarios de la democracia representativa. Pero para evitar la aplicación de teorías conspirativas y otras religiosas de corte apocalíptico se cree conveniente que las decisiones se tomen directamente por los ciudadanos en una asamblea.

            Como hemos visto, algunas teorías sí que creen en las naciones, por lo que ven necesario que los pueblos consigan que los estados renuncien a algunos aspectos de su soberanía para delegarlos en organismos supranacionales. Esto solo resultaría viable si todos los estados del mundo delegasen una parte o fracción de su soberanía de manera que no se pueda derivar ninguna ventaja particular de un Estado en relación con ningún otro. A parte del gobierno mundial hay otras medidas, como la creación de un órgano legislativo mundial compuesto por un parlamento y por una cámara de representación territorial que podría ser la ONU. Se pide, por lo tanto, que la ONU deje de ser una institución estéril y adquiera la autoridad de la que carece.

            Se pide también la creación de una policía mundial integrada por agentes independientes de los estados soberanos y dependiendo directamente de la ONU. Así como la creación de un tribunal mundial para juzgar a los criminales de guerra, una autoridad mundial del medio ambiente, una autoridad mundial encargada de velar por el respeto de los deberes y derechos humanos y una última autoridad mundial para garantizar la autosuficiencia alimentaria, prioridad máxima.

            Estas instituciones serian fundamentales para establecer la llamada ‘Paz Mundial’ pero como todo, tiene sus discrepantes. Se critica del mundialismo la disolución de los pueblos y de las naciones arraigadas, al servicio de la abstracción generalizada del capitalismo financiero mundialista, con miras a su dominación mundial y plena. Desaparición de marcas, consumo de medios, valores, iconos, personajes, imaginario colectivo, costumbres, relaciones… de ciertas culturas. Pero sobre todo se critica la amenaza que el mundialismo supone a la identidad nacional, a pesar de que hay corrientes como el Internacionalismo que precisamente lo que hacen es realzar las naciones.

            Yo me pregunto, y ya acabo ¿Qué cultura tememos perder? ¿De qué nación nos da miedo su desaparición? Es justo y necesario tumbar las fronteras, decir bien alto que ningún ser humano es ilegal, dejar de competir, amenazar, hacer de la guerra un negocio, es justo ponernos a trabajar por la cooperación de los pueblos, defender la nación que tiene sentido ser defendida, el mundo. No caeremos tan bajo como para llamar cultura a una bandera, a cuatro símbolos frentistas o a una política expansionista. Hace años que vendimos nuestra identidad al occidentalismo, no tenemos nada que perder en ese sentido. 2016 años jugando a la guerra, a la esclavitud, al odio irracional a los holocaustos ¿Todavía no vamos a hacer nada? ¿Hasta cuándo vamos a seguir sin entender que somos humanos y juntos hacemos humanidad? ¿Cuántas guerras más? ¿Cuántos millones de muertes por hambre, sed, frío? ¿Cuánto más tiempo sin poner la medicina al servicio de las personas que la necesiten? ¿Cuánto más buscando vida en Marte mientras la menospreciamos en nuestro planeta? Sí, primero a los de casa, a los de La Tierra.

            Nunca hemos sido capaces de vivir en paz, pero tampoco de vivir sin cooperar. Somos seres sociables, nos necesitamos, solos nos convertimos en la más inútil de las especies. Vivimos en estados que son consecuencia de guerras, nadie nos preguntó si así los queríamos y sin embargo los defendemos como si se tratase de nuestra vida. Nos envuelven en banderas, himnos, líderes y símbolos. Nos reducen, no nos dejan ver más allá de lo que nos dicen ser, españoles y europeos.

            De verdad, algo podemos hacer, y haremos. La carta de la tierra, la declaración universal de los derechos del hombre y del ciudadano, la declaración universal de los derechos humanos etc. Son infinidad los documentos que nos ofrecen propuestas viables para hacer un mundo diferente. Mejor, quizás.


            No tenemos nada que perder y mucho que ganar, un mundo mejor es posible.

1 comentario:

  1. Quizás el problema viene cuando se quiere plasmar en un papel los derechos del hombre.

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