
En una entrada mía anterior, ya explicaba que esto del juego democrático que nos (auto)impusimos es una broma, que el objetivo es siempre que el otro no gobierne y gobernar sólo nosotros todo el tiempo que podamos evitando la influencia de la oposición en el devenir del Estado y de la patria. Es decir, que vivimos en protodictadura en cada legislatura. Argumentos que se oyen actualmente como que el pueblo ha votado cambio, que los votantes han querido el cambio, etc. no son más que argumentos para autojustificarse. Entre otras cosas, porque los votantes votan para que su partido sea el elegido y sea el que gobierne o, en su defecto, para que no gobierne el otro. Nuestra idea de "democracia" es, siempre, y bajo estas reglas actuales, que no gobierne quien representa a millones de votantes. Siendo esto así, no queda más que acostarnos para echar la siesta o coger la carabina y echarse al Parlamento. Que cada uno decida.
Y en todo esto, sale Cándido Méndez para decir que unas nuevas elecciones generales dentro de seis meses no es bueno para la opinión pública. Efectivamente, esta gentuza no se esconde: lo importante es la opinión pública. Pan y circo. Si tenemos dos programas de televisión, uno instructivo (Qué grande es nuestro cine) y otro destructivo, y el pueblo opina que el destructivo (Mujeres y hombres y viceversa, Gran Hermano...) es mejor, pues según Cándido es el que hay que defender. Es más, si conseguimos convencer al pueblo para que tenga una opinión contraria al gobierno o a una ley, se hace. Es decir, en definitiva, el objetivo está, y es lo que hay en la estructura profunda de su mentalidad burguesa y en su modo caciquil de actuar, en la manipulación de la opinión, mostrar en los medios una realidad manipulada para conseguir un objetivo. Es lícito engañar si nos conviene. Manipular la realidad para que el votante vote según otros intereses que los suyos propios. Hay que influir en la opinión pública, en definitiva, para comer gambas sin mucha presión.
España, creedme si queréis, ni es demócrata, ni es moralmente sana, ni es intelectualmente libre, ni parece que quiera serlo.
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