Artículo de Ángel Manuel García.
Toda ideología política tiene una serie de estrategias para alcanzar sus fines, que trascienden desde el laissez-faire individuo-economía hasta el más absoluto control de todo lo habido en este mundo.
Toda ideología política tiene una serie de estrategias para alcanzar sus fines, que trascienden desde el laissez-faire individuo-economía hasta el más absoluto control de todo lo habido en este mundo.
Pues bien, la ideología
socialista, definida por Huerta de Soto como todo sistema de restricción o agresión institucional al libre ejercicio de la acción humana o función empresarial que suele justificarse
a nivel popular, político
y científico, como
un sistema capaz de mejorar el funcionamiento de la sociedad y de lograr
determinados fines y objetivos que se consideran bueno, no es sino, atendiendo
a tal explicación, un obvio ejemplo de estratega de la manipulación.
Una vez señalado, comencemos a
exponer algunos casos de aplicación de la mencionada estrategia, que según el
espectro ideológico clásico, heredado de la Revolución Francesa, no solo es
dueño de las partes menos centristas de una de las dos mitades.

Una vez comentado esto, no podemos
dejar de señalar que la historia tampoco se libra de tergiversaciones. Es el quid
estratégico. Sobre ello alertó Hayek en su libro Camino de Servidumbre.
La Guerra Civil Española, cuyo detonante fue la inestabilidad provocada por
anarquistas, comunistas y socialistas, no es para ellos un horrendo y trágico
enfrentamiento entre hermanos, sino algo en lo que la sociedad, se divide en rojos
buenos y azules malos, considerando así como culpables únicamente a
quienes no seguían sus preceptos ideológicos. La aplicación de la Ley de
Memoria Histórica en el Ayuntamiento de Madrid, de una de esas leyes
ideológicas del expresidente Zapatero, es otro claro ejemplo de manipulación
divisoria (supresión de nombres de calles como la de Ramón de Madariaga lo
demuestran), aparte de no ser dicha aplicación una prioridad para la sociedad
madrileña. Pero es que también podemos percatarnos de dichas peripecias
socialistas en cuanto a las tradiciones, al querer acabar con la Navidad, como
han demostrado equipos de izquierda radical como los de Carmena, Colau y Ribó.
El concepto de Reinas Magas así como el tipo de cabalgata de Reyes
organizada este año por el consistorio capitalino dan refuerzo a esta tesis que
no sólo sostengo yo.

Antes de finalizar, quisiera
remarcar que el nacionalsocialismo (derivado socialista) recurre también a
manipulaciones en base a estos engranajes, aunque se centraren en
promover supremacías de colectivos nacionales o de ciertas razas, en detrimento
inhumano de otras. Incluso el nacionalismo, cuando se extrema, tiende a
coaccionar e imponer determinadas visiones de la historia, además de las
coerciones lingüísticas. En mayor o en menor medida, esto se pone de manifiesto
en Comunidades a Autónomas españolas como Cataluña, Comunidad Valenciana, Islas
Baleares, Navarra y Vascongadas; el antiespañolismo es el móvil de su proceder
impositivo por medio de la política. Por ende, partiendo todas estas corrientes
de una misma base, el argumento de relación entre el socialismo y el
nacionalismo que Hayek emitía no es sino algo sólido y cierto, igual que la
afirmación de Esperanza Aguirre según la cual, comunistas, socialistas y
nacionalistas, creen que el estudio de la Historia tiene que servirles para
inocular en los alumnos una determinada concepción del mundo y una explicación del pasado que les convierta
en fieles partidarios de su ideología.
Para concluir, nos encontramos
ante diversas versiones de una misma sistemática que no buscan sino someter a
su control a los ciudadanos y, si lo estiman oportuno, a la economía también.
Recordemos que el ansia de poder provoca tentaciones.
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