martes, 14 de julio de 2015

Salud y República. (84 Aniversario de la II República Española)

Ilusión, democracia y libertad. Rojo, amarillo y morado.


84 años desde la proclamación de la II República, que sustituyó a la monarquía de Alfonso XIII en cuya segunda parte, el general Primo de Rivera gozó del apoyo del propio monarca para instaurar su régimen autoritario –apoyo que el mismo le retiró tras notar una pérdida de fuerza debida a las críticas intelectuales, obreras, nacionalistas y de toda índole.



12 de abril de 1931. Se convocan elecciones municipales. Las candidaturas republicanas obtienen la victoria en la mayoría de capitales de provincia, aunque el triunfo global fue para los monárquicos debido a la gran treta de la que se sirvió el Conde de Romanones, que podemos calificar como gran fraude.
Las estimaciones daban a los repúblicanos 194 diputados, sobre los 1167 monárquicos. El Conde de Romanones planteó entonces la valoración de resultados contando concejales.

De este modo, los pueblos y las ciudades tenían grandes diferencias en cuanto a la elección de concejales, pudiendo nombrar la diferencia entre la ciudad de Madrid, que elegía 50 concejales, y el resto de la provincia, con mucha menos población, casi 1700. Este ejemplo es representativo del fenómeno que se daba en casi todas las provincias entre la capital y el resto del territorio en el que el dominio de los caciques era mayor.


Sin embargo, el aunque favorable pero pésimo resultado de los monárquicos unido al fervor del pueblo, a la ilusión por un cambio, lleva a Alfonso XIII a renunciar y marcharse al exilio.


Se convocaron posteriormente elecciones a Cortes Constituyentes, siendo el resultado del consenso parlamentario un gran avance en cuanto a derechos humanos.
Algunos de los principios fundamentales de la Constitución de la II República Española fueron:

-Laicidad, la eliminación total de la religión de la vida política.
-La igualdad de todos los españoles ante la Ley.
-El sufragio universal femenino

En cuanto a avances producidos en este periodo, podemos nombrar el derecho al divorcio como ruptura total con la Iglesia, la consolidación de la sanidad y educación públicas o la reforma agraria que expropió con indemnnización los grandes latifundios no cultivados directamente por sus propietarios para ser repartidas entre familias y colectivos de campesinos.

En cuanto a educación se trató de erradicar el alto índice de analfabetismo en España con la previsión de crear 27.000 escuelas, de las cuales se crearon 10.000 debido a la falta de presupuesto por la depresión económica. Además, se eliminaron las escuelas religiosas, en un voto por un estado totalmente laico.



También se pusieron en marcha las llamadas ‘’misiones pedagógicas’’, que en la labor de desalfabetización de la población, trataban de enviar profesores y estudiantes a las aldeas con reproducciones de obras de arte célebres, discos, películas y enciclopedias. De igual manera se representaban obras de teatro sobre escenarios improvisados. Toda una corriente de sabiduría dirigida por el altruismo y la buena voluntad.

Dio esperanza e ilusión a un pueblo tremendamente empobrecido que vio la nueva cultura democrática que asentaba la República como una salvación. De igual manera, subordinó el poder militar al poder civil: un ejército al servicio de su pueblo y no un arma de represión al servicio de la oligarquía.

El final de este período es de sobra conocido, fue un periodo demasiado democrático y progresista como para perdurar más de un suspiro. Tras el fracaso del golpe de estado de Sanjurjo en 1932, las conspiraciones militares no habían finalizado, y tras la Guerra Civil el general Francisco Franco se alzó con el poder imponiendo una dictadura dentro de la cual contaba con ‘’amiguetes’’ tales como Adolf Hitler.
Y después un rey elegido por el mismo caudillo, que las cortes constituyentes de la Transición no rechazaron, y que en nuestra Constitución no se justifica su elección ni siquiera por razones dinásticas.





Por todo lo expuesto, todos los republicanos reclamamos la realización de un referéndum sobre monarquía o república, que permita al pueblo soberano decidir que Estado quieren, que devuelva la ilusión a un pueblo que quiere volver a aquella época que con sus luces y sus sombras fue el empujón que España no había recibido nunca en su historia, caracterizada por ir siempre a la cola del progreso; y que siente las bases de un nuevo país en el que todos y cada uno de sus ciudadanos disfruten de aquel valor principal, último y fundamental: la dignidad.






Salud y República.

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